Corría el año de 1955 cuando una de las epidemias más fuertes azotó a Nuevo Laredo, causando la muerte de decenas de niños, quienes fueron sepultados en un tramo especial del panteón Jardín de los Ángeles. De los más de setenta niños fallecidos solo cuatro son visitados hasta la actualidad, el resto de las tumbas están en el olvido.
Pese a lo fuerte de la tragedia los archivos históricos y los historiadores no hacen mención de ella, los encargados del cementerio solo recuerdan que una enfermedad afectó a los niños del lugar ocasionando una ola de fallecimientos en el verano de ese año, algunos dicen que fue el polio.
El lugar que fue destinado para los pequeños fue adornado con pequeñas cruces de madera o cemento, aunque la mayoría de las tumbas están solamente cubiertas con tierra y en el abandono total, solo los nombres de las que siguen en pie dan constancia de lo que ocurrió.
Se dice que el terreno fue donado justo para las personas de escasos recursos quienes no tenían la posibilidad de pagar un entierro digno. Aunque eso no es lo interesante de esa historia, sino lo que cuentan los visitantes, talvez la leyenda de los niños y lo desolado del lugar sea el pie y origen de tan extrañas sensaciones que les ocurren a los visitantes.
Los cuidadores del lugar aseguran que en ocasiones se escuchan risas, llantos o murmullos de niños cerca de esa zona. Algunos visitantes mencionan que han visto a sus niños (vivos) platicar o jugar aparentemente con la nada, pero que actúan como si interactuaran con alguien, esto va desde carreras hasta conversaciones con “alguien”. También es común los argumentos de niños que aseguran que juegan con otros niños (que los padres no ven) e incluso se despiden de ellos al marcharse del lugar.
Hay otras historias que se cuentan, entre ellas la de un supuesto niño que se escucha llorar, al principio piensan que es algún infante que se ha perdido, las personas d buen corazón lo llaman o tratan de buscarlo para auxiliarlo, pero cuando están más cerca del sonido se apaga completamente.
Como ya mencionamos la mayoría de las tumbas están abandonadas y por ello es entendible que el ambiente sea tan tenso y deprimente, aunque hay personas que aseguran que la epidemia fue grande, hubo niños que se salvaron, principalmente los más alejados de la ciudad, algunos otros se salvaron, pero quedaron con secuelas, incluso se piensa que las pocas tumbas que son visitadas son de los hermanos, familiares o conocidos de los sobrevivientes.
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