MUSICA DE MIEDO

martes, 6 de agosto de 2024

EL KARMA





Muy triste caminaba Lorena por los puestos del mercado. Casi de manera mecánica iba haciendo sus compras. La estaba matando la incertidumbre, el dolor, el pesar. Su madre estaba muy enferma y los doctores no le encontraban mal alguno.

En la clínica a la que la había llevado, no la habían querido internar, pues no sabían que curarle. En los análisis todo había salido bien; presión perfecta, diabetes sin problema, ultrasonidos, radiografías, etc. Todo perfecto, pero aquel dolor en la boca del estómago no se le quitaba con ninguna medicina, ni siquiera los analgésicos más fuertes le hacían efecto.

La única manera como su mamá descansaba, era cuando se ponía a gatas y arqueaba la espalda como si fuera un gato asustado, solo así disminuía el dolor. Los doctores no encontraban explicación a aquello y decidieron mandarla a su casa.

Los hermanos de Lorena clavaron unas argollas en el techo e hicieron una especie de columpio para que su madre pudiera estar recostada a gatas y no se cansara tanto.

Lorena hizo sus compras y ya iba de regreso, cuando miró a doña Chanita con su manta tirada en el piso en donde colocaba los hierbajos que vendía. Como un último recurso pensó “A lo mejor doña Chanita tiene alguna hierbita que le pueda dar como té a mi madre y le baje el dolor”. Se acercó al puesto.

-Buenos días doña Chanita.

-¿En que te ayudo mija?-

-Ando buscando…

-¿Por qué andas triste? ¿Por qué andas llorosa?

-Es que mi madre tiene un dolor muy fuerte y los doctores no le encuentran nada.

-Ni le van a encontrar- Dijo con firmeza la ancianita -Ni le van a encontrar.

-No le entiendo doña Chanita.

-Pero yo sí ¿Crees en la brujería muchachita?

Lorena la miró extrañada. Ella, una licenciada en contabilidad con maestría en finanzas y a punto de doctorarse en economía, por supuesto que no creía en aquellas patrañas.

-¡No doña Chantia! ¡Eso no existe!

-Pues vale más que lo vayas creyendo. A tu mamá le hicieron un trabajito.

-¡Eso no puede ser cierto! ¡La brujería no existe! Y si existiera mi mamá es muy buena.

-Pues eso es el trabajo precisamente de la brujería, dañar a la gente buena. Siempre se hace por maldad, por envidia. Y el trabajo es muy bueno, hasta a ti te ha llegado. Sin que me lo digas, a ti te han pasado cosas extrañas últimamente, accidentes, caídas, problemas o no sé.

Lo que decía aquella mujer era verdad, apenas la semana pasada una llanta de su auto se había zafado cuando iba a toda velocidad y de puro milagro salvó al vida.

-Sí, tuve un accidente el otro día.

-Mira mija ¿Quiénes viven en tu casa? ¿Quiénes la visitan?

-Mi marido, mi papá y mi mamá, ah, y obvio, también yo. Las sirvientas salen todos los días, tengo un hermano y tres hermanas, ellas nos visitan.

-Bueno, si me lo permites, quiero ir a tu casa esta tarde, pero quiero que estés sola tú y tu mamá, ni tu marido ni nadie más.

- ¿A mi casa? ¿A qué?

-A buscar la manera de curar a tu mamá.

-No doña Chanita, no se moleste, voy a llevar a mi mamá a la capital- Lorena miró con desconfianza a la viejita y pensó que era una oportunista que solo quería chantajearla con aquella mentira.

-¡Mira muchacha pendeja! -Doña Chanita habló con fuerza – No quiero tu pinche dinero. Tu mamá está sufriendo y tú estás en peligro de muerte también. Así que no me estés replicando y dime donde vives.

Había tanta furia en los ojos de la hierbera que Lorena no pudo negarse a darle la dirección. Cuando regresó a su casa, iba jurándose que no se iba a dejar engañar por la vieja Chana, la iba a dejar entrar a su propiedad solo para ver que tan charlatana era, pero en cuanto le insinuara que le diera dinero por curar a su mamá, la iba a sacar a empujones o a denunciarla a la policía.

Ya casi para ocultarse el sol tras la sierra, llegó la vieja Chana. Lorena le abrió y la anciana entró muy despacio. Aunque la tarde estaba fresca, la mujer empezó a sudar y dijo.

-¡Hijo de la fregada! esta fuerte el trabajito.

Desde una de las recamaras se escuchaban los quejidos de la enferma.

-¿Están solo tú y tu mamá?

-No, mi papá está en su cuarto viendo televisión.

-No hay problema, él no es el malvado.

La mujer fue caminando con las manos levantadas y los ojos cerrados. Lorena temía que se fuera a caer en algún escalón o se tropezara con los muebles, pero la mujer los eludía como si estuviera viendo. Llegaron a la recamara donde estaba Teresa, la mamá de Lorena colgada en su columpio. Su espalda arqueada le hacía parecer un gato asustado.

-Mmmmm…un gato, eso, te hicieron un gato…alguien que se siente humillado o humillada por ti.

Recorrió la estancia. Lorena atenta a que no se fuera a robar algo.

-Ahí – Señaló un pesado peinador – Ahí está algo.

-¿Algo de qué?

-No sé, ayúdame a mover el peinador.

Estaba tan pesado que no lo lograban. Hicieron un esfuerzo supremo y por fin pudieron moverlo unos centímetros de la pared, en esos momentos, Teresa empezó a lanzar alaridos porque el dolor se incrementó y no disminuía aunque arqueara la espalda.

-¡Mamá! ¡Mamá! ¿Qué tienes?

-¡Olvídate de tu mamá muchacha! Asómate a ver que hay detrás del peinador.

Lorena hizo caso y lo que miró la dejó sorprendida, estaba un crucifijo con la cabeza hacia abajo.

-Pues parece que es un crucifijo, deja sacarlo.

-¡No! Ni se te ocurra tocarlo. Trae la escoba, con eso lo vamos a sacar.

Lorena obedeció y con un poco de trabajo sacó el artefacto. En lo que hacía aquella acción, Teresa no paraba de lanzar alaridos.

Una vez fuera, tirado en el piso, doña Chana sacó de la bolsa de su mandil un pequeño frasquito y explicó.

-Es agua bendita que me robo de la iglesia. Vas a ver.

Toda el agua del frasquito la derramó sobre la imagen, al momento que decía.

-Santo eres y santo vuelves a ser… Ahora sí, ya lo puedes tomar con la mano muchacha.

Pero Lorena no lo hizo, porque además que le producía miedo, en aquel momento se escuchó un horrible maullido que salía de debajo de la cama, como si estuviera un gato enojado.

-¡Un gato! ¡Nosotros no tenemos gato!

-No te apures, ya se va. Y si no se va, le aviento un chorro de agua bendita.

Los maullidos eran horribles, se erizaba la piel. De repente miraron salir de abajo de la cama, aquel animal horrible, negro, peludo, más grande de lo normal y lo peor, aquello ojos rojos que las miraba con rabia.

-¡Anda, vete, vete a decirle a Tanila que no ande haciendo sus pendejadas! ¡Vete animal de demonio!

Lorena estaba estática, temblorosa, a punto de llorar por el miedo. El gato caminando para atrás poco a poco se fue yendo hasta que salió del cuarto. Doña Chana levantó el crucifijo y lo fue siguiendo. El gato olfateó una maceta y luego saltó al techo de la casa y desapareció.

En ese instante se escuchó la voz de Teresa.

-Mija, mija…ya no me duele, ayúdame a bajarme de este columpio. ¡Ya no me duele!

Lorena corrió a ayudar a su madre. Feliz, agradecida.

-Gracias doña Chanita, muchas gracias ¿Cuánto le debo?

-Espérate, que no es todo. Ya acabamos con el mal de tu mamá, pero faltas tú.

-¿Yo? ¿Yo qué?

-Mira, cuando llegué a tu casa, miré que en tu jardín había tierra blanca y aquí la tierra es negra.

-A sí, el otro día amaneció mi auto lleno de ese polvo blanco, arriba y abajo.

-Es tierra del panteón, te quieren fregar. Por eso tu auto se accidentó. Te aseguro sin que me digas, que el día que tu carro estaba bañado de esa tierra, tuviste el accidente.

Nada dijo Lorena, solo abrió los ojos asustada.

-Ven, vamos al patio, el gato se paró junto a esa maceta, vamos a ver que otro regalito te dejaron.

Un hermoso jazmín florecía dentro de aquella maceta. Doña Chana ordenó.

-Saca el jazmín.

-Doña Chana, se va a secar si lo saco, está bien bonito.

-¡Qué lo saques te estoy diciendo!

Lorena obedeció, arrancó la planta y al momento un nauseabundo olor salió de la maceta. Lo que miró al fondo la hizo lanzar un grito horrorizada, la cabeza de una gallina envuelta en una de sus prendas íntimas y una fotografía de ella atada con un listón negro. Aquello apestaba. Lorena soltó la planta y empezó a vomitar.

-Sí mi niña, vomita, vomita todo el mal que te han hecho, porque aunque no lo creas, te tienen fregada también a ti y tu vida estaba en peligro, pero ya no. Ahora los que están jodidos son ellos. Los que te hicieron este mal.

Haciendo un esfuerzo por reponerse, Lorena preguntó

-¿Quién? ¿Quién ha sido doña Chanita?

-No sé, pero quienes hayan sido solitos se van a descubrir. ´Mira muchacha ¿Quieres saber quien te hizo esto?

-Sí, claro.

-¿Para qué?

_Para vengarme.

-Entonces no te digo como hagas para descubrirlos. La venganza no es buena, es igual que la envidia, solo trae desgracias. Debes controlar tus emociones y no pensar en hacer daño, a quien te ha hecho daño a ti. Solo así se termina la maldición. Bajeza mayor no existe, que aquel decir bíblico, ojo por ojo, diente por diente.

Doña Chana vació otra botellita con agua bendita sobre la cabeza de gallina podrida y luego, utilizando un palo la sacó de la maceta. Con la escoba la sacó a la calle y así, barriendo la llevó hasta los tambos de basura.

-Pero esto lo hizo alguien- Argumentó Lorena – Tengo que saber quién. Si no le digo nada lo va a seguir haciendo.

-No, ya no hará nada porque está o están asustados. Tú solo debes observar. Pronto tendrán su castigo, pues la maldad se revierte. El que la hace la paga, así que no hagas nada malo contra tus semejantes y así nunca tendrás castigos.

-A ver, pero dígame ¿Qué de malo hicimos nosotros para esto que nos ha pasado? El dolor de mi madre, mi accidente. Si no viene usted ella se nos muere.

Doña Chanita suspiró hondo y contestó.

-Nada malo has hecho mi niña, nada. Solamente ser víctimas de la envidia y de la maldad. Es verdad, a veces los seres buenos sufren por causa de los envidiosos. Pero dime ¿crees que vale la pena convertirse en un ser malvado, solo para combatir el mal? ¿Para vengarte? No, si fuera así, dejaría de haber personas buenas en el mundo.

-Aún así, quiero saber quién nos hizo este daño.

-Te diré la manera de saberlo, si me juras no tomar venganza ni reclamar nada con coraje.

-Se lo juro.

- Mañana, pide a todas las personas que entren a esta casa, que te ayuden a mover este jazmín a otra maceta. Solo se van a negar a ayudarte, aquellos que saben lo que había abajo ¿Entiendes? Pero no les vayas a decir nada, no reclames…no te enojes.

-Está bien doña Chanita ¿Cuánto le debo?

-Solo las gracias mi niña, ah, y que cumplas lo que prometiste.

-¿De verdad no me va a cobrar nada? ¿Sabe solamente en análisis lo que gastamos con mi mamá?

-Es triste que las personas como tú, piensan que la única manera de pagar en este mundo, es con dinero. No te preocupes mi niña. No me debes nada.

Y salió la anciana de aquella casa con paso lento, satisfecha por haber roto aquel hechizo.

Otro día Lorena empezó con su investigación. A la primera que le pidió ayuda, fue a su hermana que llegaba para preguntar por la salud de su madre.

-Ya está muy bien hermana. Ya desayunó y quiere salir a caminar.

-¿Y al final que tenía?

-Yo creo que era solo aire…Oye, me ayudas a transplantar este jazmín.

-Sí manita, ¿En dónde lo ponemos?

-Ah, es verdad, no tengo donde ponerlo. Voy a comprar otra maceta más grande y luego me ayudas.

Y así, fue haciendo la prueba con cuanta persona llegaba a su casa, sus otros hermanos, vecinos, hasta el repartidor de agua.

Solo hubo dos personas que se negaron a hacerlo.

-Oiga señora Lorena – Decía Olivia, una de las criadas- ¿Así que la señora ya se alivió?

-Sí Olivia, ya está muy bien.

-¿Y eso cómo fue? ¿No miraron nada extraño?

-Pues no sé, de repente se alivió. ¿Me ayudas a transplantar este jazmín?

-¡Ay no señora! ¡No lo transplante! ¡Se va a morir, está re bonito! ¡No! ¡No! -Gritaba muy asustada.

-¿Qué pasa? ¿por qué esos gritos? – Dijo Augusto, el esposo de Lorena, que en ese momento llegaba al patio.

-¡La señora quiere sacar el jazmín!

El rostro de Augusto palideció. La sirviente y él se miraron nerviosos.

-Ayúdame tú Augusto. Está pesado – Ordenó Lorena Tranquilamente.

-¡Estás loca! ¡Ese jazmín está bien ahí! ¡Te prohíbo que lo muevas! A mí me gusta ahí.

-Sí señora, se ve re bonito. No lo saque de la maceta.

Lorena cerró los ojos. Una sospecha muy grande invadió su alma. Sintió ganas de gritar y decir que estaban descubiertos. Pero recordó las palabras de doña Chanita y se abstuvo. Sonrió y les dijo.

-Bien, no lo voy a cambiar, no se preocupen.

Se dio la vuelta para que no miraran las lágrimas rebeldes que corrían por sus mejillas. Pero no iba a suponer nada, no se iba a formular historias que le hicieran daño, NO SUPONGAS, había leído en un libro recientemente. Dijo doña Chanita “la maldad se revierte”. No sabía de qué manera, pero no le quedaba de otra que esperar pacientemente y cuidar mucho a la sirvienta y su esposo. En esos días los observó y notó la complicidad que había entre ellos.

Una semana después sucedieron dos cosas curiosas. Cuando Augusto regresaba de su trabajo por la autopista, una de las llantas de su vehículo tronó y se fue a un barranco. Murió hecho pedazos. Ese mismo día Olivia renunció al trabajo, pues no soportaba un dolor muy fuerte en su estómago, fue al médico y el diagnóstico fue terrible, cáncer en los intestinos.

Tal como le había dicho doña Chanita a Lorena, el mal se revierte. Ella no hizo nada por vengarse, el karma se había encargado.


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