MUSICA DE MIEDO

domingo, 1 de septiembre de 2024

BULLING





Erick era un niño bajito y tímido. En el colegio siempre era maltratado por Marcial y su pandilla. Ellos le quitaban el dinero de su almuerzo, lo insultaban, lo empujaban y se reían de él. Erick creyó que ya estaba acostumbrado a tales maltratos, pero lo cierto es que no era así. Un buen día, producto del estrés producido por los constantes 4busos, cayó enfermo y pasó muchos días en cama. El doctor llegó a la conclusión de que su mal era de origen psicológico, así que lo derivó con un especialista. Erick le tenía un pavor excesivo a Marcial, de modo que nunca llegó a contar ni una sola palabra sobre los 4busos de los que era objeto.

Cierta noche comenzaron las pesadillas. Erick se veía a sí mismo en medio de unas oscuras calles que brillaban bajo la verdosa luz de una luna enfermiza. Él miraba en todas direcciones, pendiente de cada rincón de las bocacalles aledañas. Temía que algo fuera a salirle al encuentro en cualquier momento. Comenzaba a avanzar sin saber a dónde. Sentía que el peligro lo asechaba desde todas partes. Entonces de un oscuro callejón emergía un espectro sombrío de ojos rojos que le recordaban al infierno. De entre los pliegues de su etérea capa este ser sacaba un gran cuchill0. Erick quería huir, salir corriendo con todas sus fuerzas, pero las piernas nunca le respondían. Entonces la criatura se le acercaba y abría sus diabólicas fauces de triangulares colmillos. En su interior Erick podía distinguir un resplandor rojizo que le recordaba a un gran horno. El espectro se situaba en su delante y se erguía en toda su altura. Erick por su parte no podía parar de temblar. Entonces el monstruo lo sujetaba del cuello y comenzaba a ahogarlo. Al mismo tiempo, con horror Erick contemplaba el cuchill0 resplandecer bajo la luz mortecina de la luna. Acto seguido, la hoja del 4rma descendía de golpe sobre su pecho. En ese momento siempre Erick despertaba, empapado en sudor y respirando con agitada dificultad.

Con el paso de los días Erick comenzó a verse cada vez más pálido y demacrado. Sus padres se hallaban muy preocupados. El psicólogo les recomendó un psiquiatra que podría medicar a su hijo, pero los padres de Erick no querían llegar a tal extremo.

Una noche, durante su pesadilla, una voz hizo eco en la sombría ciudad. Erick por primera vez fue capaz de echarse a correr, aunque al final de todas formas fue atrapado por el espectro. La siguiente noche una vez más la voz se hizo oír. Esta vez Erick pudo oírla con mayor nitidez, aunque de todas formas no fue capaz de comprenderla. Cerca de una semana después, Erick despertó sobresaltado. Repitió la palabra que había pronunciado la voz: –¡Lucha! –él exclamó. De pronto, por un instante le pareció haber distinguido algo translucido que lo observaba desde su ventana. Se acercó hasta allí, pero por más que buscó no fue capaz de encontrar nada.

Las pesadillas continuaron durante las siguientes noches. Erick cada vez podía oír con mayor claridad la voz que le exigía luchar. Una noche despertó de golpe y sin pensárselo corrió hacia su ventana. Esta vez estaba seguro de haber distinguir a un chico como de su edad que le dirigía una mirada apremiante. Erick de más pequeño le había tenido pavor a todo lo relacionado con fantasmas y apariciones, aunque esta vez no tuvo miedo. Algo en el fantasma del niño le producía una melancólica compasión.

Cierta noche Erick no corrió tras oír la repentina exclamación. A estas alturas estaba seguro de que aquel niño fantasma era quien lo instaba a luchar en su pesadilla. Él apretó su puño y este comenzó a brillar. Cuando Erick impactó a la criatura un resplandor cegador iluminó toda la ciudad de su sueño. Él despertó. Ya comenzaba a amanecer.

Aquel día Erick les indicó a sus padres que quería volver a asistir al colegio. Estaba decidido a enfrentar a Marcial. Durante el recreo, Marcial y sus secuaces se le acercaron con todas las malas intenciones, pero quedaron un tanto sorprendidos cuando Erick no se echó a correr ni intentó escabullirse. Marcial lo tomó del cuello de la camisa y le dedicó un salvaje gruñido. –Así que te crees muy valiente, ¿eh? –le espetó en la cara. Erick cerró su puño y se preparó para lanzar el puñ3tazo más fuerte que jamás hubiese lanzado. Lamentablemente, no fue capaz de hacerlo, pues los secuaces de Marcial lo sujetaron de los brazos. Marcial comenzó a golp3arlo en el estómago. Sin embargo, de pronto algo hizo que los amigos de Marcial suelten a su presa y huyan despavoridos. Erick levantó la mirada y vio al causante de tal espanto. Boquiabierto contempló al espectro de sus pesadillas materializado en el mundo real. La criatura abrió sus zarpas y las depositó sobre los brazos de Marcial. El abus4dor no vio nada, pero sintió que de pronto sus brazos le pesaban un montón y además se hallaban muy fríos. Erick apretó su puño. Esta vez nadie lo interrumpió en sus intenciones.

Desde ese día Marcial comenzó a evitar a Erick. Era extraño, cada vez que lo veía, de pronto sentía que los brazos le pesaban y se le ponían muy fríos, como si estuviesen mu3rtos. Por su parte, Erick no volvió a tener pesadillas, aunque la noche que le siguió a su primer día de volver a clases vio al fantasma del niño una última vez. –Yo no pude luchar, jamás he podido perdonármelo. No quería que tú pases por lo mismo –con estas palabras se despidió de Erick. Poco después su fantasmal figura se desvaneció. A la mañana siguiente Erick no estuvo seguro de si el encuentro fue real o si se trató de un simple sueño. Sin embargo, jamás olvidaría la inmensa paz que le transmitió el rostro del niño fantasma justo antes de desaparecer.

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