MUSICA DE MIEDO

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miércoles, 3 de abril de 2019

LOS LOCOS DE SAN LEOPOLDO


En los pueblos de México existen infinidad de historias y leyendas, algunas producto del imaginario colectivo de la población, otras que si sucedieron pero tal vez no de la manera en que se cuentan actualmente y existen algunos casos donde la realidad supera a la ficción.

San Leopoldo es una población de unos 500 habitantes, pertenece al municipio de San Andrés Tuxtla en Veracruz. Es una comunidad rural, con pocos servicios y que viven mayoritariamente de la siembra de algunos productos y de las remesas que mandan los familiares que pudieron llegar a los Estados Unidos. A principios de la década de los 90, San Leopoldo se volvió medianamente famoso a nivel nacional por la publicación en diversos medios impresos de y por la cobertura que le dieron algunos medios de radio y televisión a un evento que se volvió noticia.

Para muchas personas que somos cercanos a la región de Los Tuxtlas, esta historia es conocida. Con el paso del tiempo las versiones han ido cambiando dependiendo de quién te la cuente, pero todos coinciden en algo: lo que ahí sucedió fue obra de un demonio.

Santiago, un antiguo compañero de trabajo es originario de San Leopoldo. Éramos compañeros de oficina y por lo tanto platicábamos mucho, una tarde hablábamos sobre los trabajos más pesados que habíamos tenido y de lo que nos había tocado vivir, fue cuando Santiago me contó la que es hasta hoy la versión más real que he escuchado sobre los Locos de San Leopoldo.

Santiago tenía 11 años cuando todo sucedió. Recuerda que él estaba en la primaria y que en esos días la paranoia de los padres era tal que lo encerraban en su casa con las ventanas cerradas y con muchas veladoras prendidas a los santos que tenía su abuela. Por las noches trataba de quedarse despierto para escuchar a escondidas las conversaciones que mantenían sus papás y sus abuelos. Él recuerda que cuando era niño no entendía porque el miedo de los adultos y tampoco sabía que era lo que pasaba con su vecino Tomás. Solo le decían que estaba enfermo y que por eso no podía salir, le habían dicho que la enfermedad era contagiosa y que si el tenia contacto con Tomas, podría enfermar y morir.

En la escuela el tema del momento entre maestros y alumnos era la salud de los supuestos enfermos. Había una especie de trato entre los padres de familia y los maestros de la primaria de no revelar detalles sobre lo que sucedía con 7 jóvenes de la secundaria, los cuales mostraban un comportamiento bastante raro, violento y ausente.

Una tarde mientras Santiago comía con su abuela, un grito bastante fuerte y desgarrador hizo que su abuela corriera a abrazarlo, era Tomás, corría como desesperado por el lugar mientras gritaba de tal manera que parecía que en cualquier momento la garganta comenzaría a sangrar, el padre de Tomás corría tras él y con una cuerda trataba de amarrarlo, pero la fuerza del joven era tal que cualquier intento de capturarlo era en vano, el chico comenzó a lastimarse de manera violenta frente a todos. Con sus propias uñas se arañaba los brazos y la cara, en ese momento encerraron a Santiago en su cuarto y su madre comenzó a rezar mientras lo abrazaba. Pero el miedo ya estaba ahí, Santiago ya entendía porque no lo dejaban salir, no lo dejaban abrir la ventana de madera del cuarto donde dormía y porque no lo dejaban visitar a Tomás, quien semanas antes le enseñaba a Santiago y a otros niños de su edad a tocar la Jarana. La imagen de ver a su vecino de toda la vida en ese estado francamente aterrador, hizo a Santiago preguntar a su madre y a su abuela que era lo que tenía, ¿por qué se hacía daño de esa manera?, el padre de Santiago llegó apresurado, le habían avisado y corrió de inmediato a ver a su hijo, quien lloraba de miedo y de desconcierto.

Esa tarde le contaron a Santiago todo, para que ya estuviera preparado y no tratara de ir a curiosear con los demás. Y lo que Santiago cuenta es esto:

Desde días antes, varios muchachos de la secundaria habían estado "enfermos", se comportaban como uno locos; igual que Tomás. Ya había venido un doctor de San Andrés a verlos y dice que no tienen nada, que seguramente han estado consumiendo algún tipo de droga o están experimentando con hongos alucinógenos, pero no es así. Uno de los muchachos -el mayor de ellos- es hijo de una mujer que le gusta la brujería y tiene al marido trabajado con sus hiervas, antes de que todo comenzara, todos veían a ese muchacho sentado bajo el árbol de tamarindo que está de camino al cerro donde años atrás cuando los pobladores comenzaban a ocupar las tierras que les fueron donadas, se había encontrado figuras de barro y artículos ceremoniales. Ahí estaba todas las tardes leyendo libros, hasta que después lo vieron en el cerro quemando cosas mientras sostenía sus libros en la mano, la gente lo veía raro, decían que estaba loco, pero una noche su mamá llegó muy asustada a pedir ayuda a sus vecinos, el muchacho se había vuelto loco, gritaba y rompía cosas, se hacía daño con cristales rotos, el papá trataba de detenerlo pero no podía, cuando llegaron los vecinos el muchacho se había escapado golpeando a su papá y corrió con rumbo al cerro, iba descalzo y se hacía daño con los alambrados pero no le importaba el seguía corriendo, al llegar al cerro comenzó a decir palabras al azar y temblaba, los que iban tras él, trataban de calmarlo y él solo repetía que abajo de él había cientos de víboras, que tenía miedo de salir de ahí porque las víboras lo iban a atrapar. Amanecieron con él ahí hasta que poco a poco se quedó dormido, lo bajaron cargando a su casa y ahí lo dejaron. La mamá juraba que alguien le había hecho algún mal para vengarse de ella y que a base de limpias lo iba a sanar, pero el muchacho se ponía cada día peor. En la escuela optaron por no recibirlo hasta que supieran que le pasaba y recibiera tratamiento, pero su mamá era muy necia y no quería llevarlo a un doctor, el muchacho pasaba el día encerrado y si pasabas cerca de su casa a cierta hora de la tarde se escuchaban gritos horribles y cosas que se caían. Eran esos eventos que sufría el muchacho".

Una tarde lo dejaron solo y le dio unos de sus ataques, al joven se escapó y corrió a casa de los vecinos y desde afuera comenzó a golpear y a gritar, esa tarde el muchachito de esa casa comenzó a comportarse de la misma manera, corrieron hacia el cerro, mientras se lastimaban, tenían los pies llenos de piedras y sangre por correr descalzos sobre el terreno lleno de rocas y ramas secas, además de que tenían cortaduras en el cuerpo hechas por las ramas y los alambrados y los 2 repetían palabras sin sentido y hablaban de una víbora que los quería atrapar, tenían momentos de lucidez donde les decían a sus familiares que una voz los hacia lastimarse, que ellos perdían la voluntad sobre sí mismos y que ya no querían seguir así, pero lo momentos de lucidez eran cada vez menos, pasaban más tiempo en estado crítico que en sus 5 sentidos, con el paso de los días fueron más muchachos los que cayeron en la misma situación, todos presentaban los mismos rasgos, perdida de la cordura, autoflagelación, eventos de furia, mirada perdida, aumento explosivo de adrenalina. La situación se salía de control, los padres de los jóvenes afectados no sabían que hacer, pidieron a las autoridades estatales la intervención de doctores especializados y sometieron a los jóvenes a exámenes para determinar si consumían algún tipo de droga o si existía algún tipo de virus en el agua o en los alimentos que consumían, pero nada, todo salía negativo, ni los jóvenes consumían drogas, ni el agua estaba infectada ni los animales. La siguiente etapa fue mandar psicólogos desde la ciudad de México a analizar a los jóvenes y a sus familias. Fue en ese momento en que la noticia dejó de ser local y algunos medios nacionales le dedicaron algunos minutos al fenómeno que se conocía como "Los Locos de San Leopoldo".

Los encargados del análisis de los jóvenes enviados por la secretaria de salud, al no poder dar un diagnostico que fuera 100% acertado, se inclinaron sobre la versión de que lo que ahí pasaba era un caso de histeria colectiva, provocada por la falta de lugares para practicar deportes y artes, demás combinado por la mala alimentación y la gran cantidad de alcohol que se consumía en la zona. Así cerraron el caso y tanto los representantes del gobierno y los medios se fueron. Se fueron, pero las cosas seguían mal. No hubo una mejoría ni tampoco una solución, solo les dejaron recetas para comprar pastillas para dormir, pastillas que no durarían mas de 1 mes.

Los días pasaban y ya el secreto era insostenible, tanto adultos como jóvenes y niños conocían los detalles y temían por ellos mismos, la gente culpaba a la mamá del joven que comenzó con la histeria, decían que ella había provocado que su hijo comenzara a desarrollar el gusto por la magia negra y lo oculto y que no pudo controlar lo que invocaba. La mujer se defendía diciendo que ella no trabajaba magia negra, que en su casa no había un solo libro de magia negra o de ocultismo, que, si su hijo los había leído, era porque alguien más se los había proporcionado.

El párroco de la iglesia de San Leopoldo había permanecido al margen del tema a pesar de que todo el pueblo le pedía que interviniera. Él también creía en un principio que se trataba de drogas o de algún problema psicosomático, por lo que creía que los expertos en la salud tendrían la razón, pero la presión era muy fuerte, si seguía sin atender a la petición de los pobladores, corría el riesgo de que la gente tomara represalias contra él y la iglesia por lo que una noche aceptó ver a uno de los muchachos y a su familia para valorarlos. Esa noche el joven permanecía amarrado a uno de los pilares de la casa, gritaba maldiciones y groserías a su madre por tenerlo amarrado. El padre lo observó con detenimiento y comenzó a hacerle una oración, en ese momento un ataque se furia se apoderó del muchacho y comenzó a retorcerse con la finalidad de zafarse de sus ataduras, pero los testigos lo impedían. El evento de furia duro poco más de 3 minutos y cuando por fin se pudo calmar, pudieron hablar con él. El sacerdote le hacía preguntas rutinarias para saber si estaba en sus 5 sentidos, después pasó a preguntarle porque hacia lo que hacía, que quería demostrar y la presupuesta fue: porque él me usa como marioneta, lo que quiere es que nos matemos, por eso nos hace lastimarnos y lastimar a los demás, quiere que nos maten. Fue un interrogatorio de más de 7 minutos en la que se pudieron enterar que las lecturas ocultas que estudiaba el primer joven afectado, le fueron entregadas por un hombre que estaba sentado en aquel mismo árbol donde el joven se sentaba a leer, el hombre le ofreció una vida lejos de San Leopoldo llena de dinero siempre y cuando el joven hiciera lo que él le pedía y el muchacho aceptó, por eso subía todas las tardes a leer y a invocar demonios, hasta que "ÉL" se apoderó de su alma y a partir de ahí comenzaron los demás a caer poco a poco.

El padre un poco consternado y un poco incrédulo decidió que era justo llevar el caso de San Leopoldo ante sus superiores, por lo que fue a visitar al obispo de la diócesis de San Andrés Tuxtla para comentarle lo ocurrido aquella noche en casa de esa familia. Lo relatad parecía, al menos por las características, un caso de posesión demoniaca. El obispo, un hombre mayor y con mucha experiencia en temas religiosos, sabía que antes de tomar cualquier decisión, tenía que descartar todas las opciones que tuvieran una solución real y clínica, ordenó al joven padre y a otro clérigo enviado desde la ciudad de Acayucan analizar bien el caso. La idea era determinar si era un caso de posesión demoniaca o un simple engaño, ya que, por años, alrededor del mundo han existido una infinidad de casos en los que algún grupo de personas buscan engañar a la iglesia con posesiones falsas, e incluso ha habido engaños que han llegado tan lejos que han conducido a una mala práctica de exorcismo y que deriva en algo peor, como la muerte.

Dos semanas más tarde, los jóvenes estaban en muy malas condiciones, sus cuerpos se veían muy lastimados y demacrados, sus mentes estaban aún peor, las familias ya no sabían que hacer, temían lo peor para sus hijos, hasta que el párroco del pueblo los convocó a una reunión para explicarles la situación, ahí les dijo que en los próximos días llegaría un sacerdote enviado desde Roma para ayudarlos, venía con toda la aprobación de Vaticano para practicar cualquier medio en su poder con el fin de sanar a los jóvenes. Solo les pidió que fueran preparando a sus hijos, que los alimentaran bien, porque el desgaste físico sería muy grande, y que un cuerpo débil es más propenso a perder la batalla. Esa tarde pasó a cada una de las casas donde los jóvenes enfermos se encontraban y con cada uno realizó una oración, trató de hablar con ellos, pero algunos se encontraban en franco estado de narcolepsia, las medicinas que les suministraban los hacían dormir y nada más, cuando el efecto pasaba la locura regresaba a ellos. Con ninguno tuvo problemas, pudo incluso tomar las manos de los jóvenes para pedir por su bienestar, excepto con el joven que había iniciado todo el problema.

Aquel joven no dormía, pasaba las noches en vela repitiendo lo mismo, se encontraba amarrado para que no pudiera hacerse daño, se refería a sí mismo en tercera persona y amenazaba con matar a su familia cuando menos lo esperaran, la madre del joven, quien al principio no aceptaba ayuda ni de los doctores ni de los vecinos, se encontraba desesperada, buscaban por cualquier medio una cura para la salud mental de su hijo. El cura llegó a la casa y pidió hablar con la mujer, ya adentro de la casa notó una gran cantidad de figuras y velas de distintos colores, retazos de tela y santos, sabía que estaba en un lugar donde se practicaban cualquier clase de conjuros y esoterismo, lo primero que le dijo a la mujer fue que un joven que presentaba síntomas de haber sido poseído por un espíritu o un demonio no podía estar en un ambiente tan hostil como el que se sentía en esa casa, todas las figuras, las velas, las ramas, el mismo aroma de la casa era oscuro, le dijo que ella había hecho un caldo de cultivo perfecto para alojar y fortalecer a lo que sea que se encontraba atormentando a su hijo, le dijo que el mal  no se combate con mal, no puedes pagar un incendio con bidones de gasolina, que era momento de que ella tomara acciones para ayudar a su hijo. El clérigo tenía pensado conocer y recabar información de parte de los demás vecino que no tenían a algún hijo en esa situación, y una vez estuviera listo, comenzar con las sesiones, pero el plan se vino abajo cuando entró a la recamara donde estaba encerrado el muchacho, el párroco del pueblo describe el momento como uno de los momentos de mayor estrés que le ha tocado vivir, el joven de apenas unos 16 años se puso más violento al verlos entrar, la madre trataba de calmarlo y el papá ajustaba las sogas para que no las rompiera, los dos sacerdotes trataron de hablar con él, ver si estaba en sus 5 sentidos pero solo recibían insultos y maldiciones, era bastante claro, con lo que habían visto, era una posesión y tenían que practicar un exorcismo, acordaron que todos tenían que estar al otro día temprano en la iglesia, que solo podían estar presentes los familiares adultos de los jóvenes, los sacerdotes y 3 personas que ayudarían en labores de oración y asistencia a los padres y obviamente los jóvenes en cuestión.

La cita fue a las 8 de la mañana, uno a uno llegaban a la iglesia, algunos jóvenes lucían francamente mal, pero todavía con las fuerzas suficientes para aguantar lo que estaba por venir. El día era como cualquiera, los demás pobladores trataban de hacer su vida normal, pocos eran los curiosos que se acercaban a la iglesia ese día, se había corrido el rumor de que ese día iban a practicar un exorcismo ahí mismo y el miedo a que los demonios ahí expulsados entraran en alquilen mas eran suficientes como para preferir no estar ahí ese día.

Bienvenidos a la casa de Dios, por favor tomen asiento y tomen las precauciones debidas con sus hijos -Dijo con un tono tranquilo pero serio el Padre Martín- Lo que aquí va a suceder puede que supere nuestro entendimiento y nuestra capacidad de ver muchas cosas, pero les pido que por favor sean lo más fuertes posibles, se trata de sus hijos, ellos piden su ayuda y es lo que vamos a hacer, si alguien de aquí cree que no está listo para lo que viene o no tiene la fe suficiente en que nuestro señor Jesucristo va a interceder por nosotros, es mejor que salga y deje que los demás trabajen -continuaba el Padre- Oh señor Jesús tu que todo lo ves... Al momento de que el Padre comenzó a orar los ayudantes cerraron las puertas de la iglesia con llave, como dando a entender que de ahí ya nadie salía. Una especie de oración hizo que algunos jóvenes entraran en un estado de locura, no eran muchos, tal vez 3 pero conforme los sacerdotes hablaban uno a uno de los demás iban tornándose más violentos.

Al haber sido una sesión cerrada y en la que solo intervinieron los involucrados, la certeza de los acontecimientos puede variar un poco en cuanto a lo que podía ver y escuchar cada uno de los ahí presentes, pero en lo que todos coinciden es en que:

El padre Martín acompañado del Padre Juan (párroco del pueblo) pasaban caminando con cada uno de los jóvenes preguntando su nombre, nadie le contestaba, solo lo insultaban e incluso algunos lo escupían, cuando llegó con el joven con la entidad demoniaca dentro del él, pudieron hacer contacto con el demonio, 4 personas sostenían al joven quien tenía una fuerza sobre humana, su voz había cambiado, era otra persona la que hablaba por él. El padre pregunto su nombre, instaba al demonio a revelar su identidad, como queriendo saber a qué se enfrentaba, cuando por fin lo hizo, las bancas de madera comenzaron a vibrar, incluso algunas veladoras del altar del santísimo cayeron al suelo; su nombre era Ose.

Al revelarse, los demás jóvenes comenzaron a actuar casi como marionetas, violentos, pero casi de una manera coreográfica. La voz que salía de la boca del joven no paraba de burlarse y de proferir injurias y retos en contra de los familiares y los sacerdotes, el Padre Matías corrió de inmediato a su maletín y sacó un libro donde inmediatamente comenzó a buscar el nombre de Ose. Al parecer este ente atormenta a las personas desde sus adentros, los confunde, los estresa, los vuelve locos, les quita la voluntad y por diversión va dejando en un estado de locura total a su huésped. Lo que no se explicaba el padre era como podía un solo ente controlar a más personas aparte de la que ya poseía. EL exorcismo comenzó y no era nada fácil para los padres ver como la piel de sus hijos se quemaba cuando entraba en contacto con el agua bendita, ver como se desgarraban la garganta gritando de dolor cada vez que el padre les ponía una cruz en la frente, los primero 3 jóvenes fueron sanados rápido, caían en un estado casi comatoso provocado por el cansancio y mal estado físico de sus cuerpos, pero estaban bien, habían vuelto a ser ellos mismos, con Tomás y los otros 2 muchachos tardaron un par de horas más, no era fácil controlar a 4 personas con la misma fuerza, el reloj ya anunciaba las 4 de la tarde y ellos seguían ahí, no hubo llamado a misa, la gente no lo esperaba, afuera de la iglesia solo un puñado de mujeres que rezaban rosarios y sostenían biblias intentaban ayudar como fuera.

Por fin las puertas se abrieron y salieron 2 muchachos más, Tomás el vecino de Santiago era uno de ellos, caminaba por su propio pie, abrazado de su padre y de su abuelo, su familia lloraba de alegría, pero las caras de ellos era de terror, solo quedaban 2 jóvenes adentro con sus familias, afuera cada minuto que pasaba era de mayor incertidumbre, ver a 5 jóvenes totalmente recuperados le daba al pueblo un poco de valor y esperanza, por lo que se congregaban a varios metros de la iglesia a rezar, los demás se refugiaban en sus casas, cerrándolas todas y protegiéndose con santos y rezando en su interior.

Pasando las 6 de la tarde se abrió por última vez la puerta, salió el ultimo joven con su familia,  todos con la misma cara, todos salían de ahí desencajados, como incrédulos de lo que acaban de ver, los gritos se seguían escuchando, ya solo era un solo grito y era del joven, por momentos se escuchaban risas, risas que salían de la boca del joven pero que no eran de él, los padres sabían que quien estaba recibiendo todo el castigo era el joven, ya no había nada que hacer, como lo dijo el mismo demonio, el muchacho ya le pertenecía, llevaba horas repitiendo lo mismo y les permitía hablar con el joven de vez en cuando para que supieran cuanto sufría, el mal estaba hecho, llevaba mas de 12 horas ahí y no había avances con él, al parecer el protocolo marca cierta cantidad de tiempo y si no se logra nada en ese lapso, entonces no hay nada que hacer. El padre Martín ordenó sacar de su maletín un estuche, dentro de él había una jeringa y un frasco con una sustancia, el padre les explicó a los presentes que el alama del joven ya no existían, la invocación que había hecho era tan fuerte y tan efectiva que aquel demonio había consumido su alma y no lo dejaría nunca de atormentar hasta el día de su muerte, la opción mas rápida y concreta era dormir al muchacho y trasladarlo de inmediato a un lugar donde pudiera estar bajo vigilancia las 24 horas, un lugar donde no pudiera hacerse daño ni a los demás, que eventualmente el tiempo se le acabaría. La familia del joven no podía creer lo que escuchaban, los sacerdotes pedían disculpas, y con un esfuerzo enorme por parte de los presentes, lograron suministrarle un potente calmante al muchacho y poco a poco fue cayendo dormido.

Ya con todo tranquilo, el Padre Juan explicó que la Diócesis mantenía contacto y buenas relaciones con un Instituto de Salud Mental en Minatitlán, que podían internarlo ahí y mantenerlo bajo supervisión las 24 horas, pero que ellos tendrían que aportar cuotas, la familia no tuvo más remedio que aceptar.

Con el paso del tiempo, los demás jóvenes poco a poco regresaron a su vida normal, los episodios de "locura" no se volvieron a repetir con ellos, la gente todavía los veía de una manera diferente, no sabían si tenerles miedo o tratarlos bien. Al joven que no pudieron salvar mediante exorcismo, lo trasladaron a aquella clínica de la que se les había hablado, la familia se fue con él, poco se supo de ellos después, algunos años después y por falta de presupuesto, la clínica mental cerró sus puertas, algunos pacientes fueron reubicados en otras clínicas del estado de Veracruz, pero de aquí muchacho no se supo mucho, dependiendo de quién te cuente la historia, su final es variado, algunos comentan que está en otra clínica en Orizaba, totalmente perdido por la gran cantidad de medicinas que le suministran y otras personas cuentan que la familia no pudo seguir pagando sus cuotas, y dejaron libre al muchacho, que el matrimonio se separó a causa de ese evento y que la mujer se tuvo que llevar a su hijo a vivir a algún lugar donde no pudiera estar cerca de la gente, otros dicen simplemente que murió en la clínica. Lo cierto es que, si vas a ese pueblo, poco ha cambiado, sigue siendo un pueblo rural, sigue habiendo poca información y pocos servicios de salud, pero si hablas con la persona adecuada te puede llevar a platicar con un hombre de unos 40 años que se sabe la historia y que dice ser uno de "Los Locos de San Leopoldo".

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esta es la mas desactualizada porque no la habíamos podido recuperar hasta ahora,pero tiene entradas
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