MUSICA DE MIEDO

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martes, 10 de noviembre de 2015

ATRAPADA EN EL SUBTERRANEO


“Una de las leyendas más recurrentes en ciudades con Metro (trenes subterráneos)
es la de que en su interior y amparados por la oscuridad de sus túneles se esconden
todo tipo de delincuentes, vagabundos ypersonas de mal vivir que escapando del
frío o de la policía se ocultan en viejas estaciones abandonadas o conductos de
ventilación.”
Paula había bebido mas de La cuenta por lo que aquella noche regresaría temprano
a casa, se sentía bastante mal y muy mareada pero como era relativamente
temprano decidió que en lugar de gastarse su dinero en un taxi, como hacía
habitualmente cuando regresaba de La discoteca, aprovecharía que el Metro aún
seguía abierto para ahorrarse unos cuantos euros.
El trayecto era Largo y las pocas personas que viajaban en su vagón parecían tan
cansadas como ella, sólo un grupo de amigos que bromeaban al fondo del tren
hacían el suficiente ruido con sus bromas y risas para mantenerla despierta, pero
cada vez tenía que luchar con más fuerza para no quedarse dormida. Por desgracia
en la siguiente estación tenía que hacer un transbordo así que se bajó y tras
caminar por [os pasillos de la estación llegó al andén en el que abordaría el metro
que la llevaría a casa.
El cartel luminoso avisaba que el próximo tren tardaría seis minutos en llegar, por
lo que Paula decidió esperar sentada en uno de los bancos junto al andén. El
silencio y la soledad de esa estación provocaron lo inevitable y a pesar de
sus esfuerzos se durmió y casi sin darse cuenta se recostó en el banco usándolo
como si fuera una cama. Era tan profundo su sueño provocado por la borrachera
que cuando pasó el último metro de la noche ni siquiera Lo sintió pasar.
Hasta pasada más de una hora no se despertó, por suerte la borrachera parecía
haberse esfumado parcialmente tras la cabezadita, pero algo parecía no ir bien. EL
cartel que avisaba la llegada del próximo tren estaba apagado y al mirar la hora en
su teléfono móvil se dio cuenta que eran casi las dos de la mañana.

Asustada empezó a subir las escaleras mecánicas de la estación, que ya estaban
apagadas, para salir de allí. La parada en la que tenía que hacer trasbordo era una
de las más antiguas, viejas y pequeñas de la ciudad por lo que la sensación de
agobio y miedo eran mucho más intensas. Al llegar a la salida la peor de sus
pesadillas se hizo realidad. Las puertas estaban cerradas y no había nadie en la
estación por lo que pormás que gritara nadie podría escucharla desde la calle.
Además su teLéfono estaba sin cobertura, esas malditas estaciones casi nunca
tenían señal y Las puertas de cristal herméticamente cerradas la separaban del
exterior aún por unos cuentos metros.
Paula no sabía que hacer, miraba a las cámaras de seguridad y hacía gestos
esperando que alguien desde algún puesto de control pudiera verla, pero ella
misma sabía que eso era imposible, no había nadie controlando las cámaras
porque la estación había sido cerrada desde fuera.
¿Cómo era posible que nadie la despertara? ¿No tenían los guardias de seguridad
que comprobar que nadie quedara dentro de la estación antes de cerrar?
Su miedo se convertía por momentos en cólera y confusión. Desde Luego no podía
esperar hasta que a La mañana siguiente abrieran de nuevo el Metro,
faltaban más de cuatro horas para que se reiniciara el servicio y si llegaba a casa a
las 7 de la mañana su padre probablemente la mataría.
Con La mente aún nublada por el alcohol decidió que lo mejor que podía hacer era
caminar por [os raíles del tren hasta La siguiente parada. El camino era oscuro y
realmente tétrico pero sabía que su destino no estaba muy lejos y gracias a la luz
del flash de su teléfono podría alumbrar el camino. La siguiente estación era una de
las más importantes, con gran cantidad de líneas y recientemente había sido
remodelada por lo que estaba segura que allí podría encontrar a alguien que La
permitiera salir a la calle donde abordaría un taxi.

La idea parecía muy buena, pero a la hora de la verdad recorrer aquelLos túneles
era realmente escalofriante, un silencio casi sepulcral hacía que hasta la más leve
de sus pisadas resonaran con el eco de las paredes. Se podían escuchar los
chirridos de las ratas y el goteo de algunas zonas en las que parecía que había leves
escapes de agua.
Sus pasos eran cortos y se detenía a menudo a escuchar porque sentía como si
alguien la observara desde la oscuridad. El miedo la invadía y paralizaba por
momentos, pero ya era demasiado tarde para volverse atrás, debía estar casi a
mitad de camino cuando unas voces la alertaron. Por un momento pensó en gritar
para que supieran que estaba allí pero decidió ser cauta y apagar la luz de
su teléfono mientras se escondía en un estrecho pasillo que había en un Lateral del
túnel.
Mientras permanecía escondida yen silencio pudo ver la figura de dos hombres
bastante corpulentos, sus ojos cada vez se adaptaban más a la escasa iluminación
de las luces de emergencia que había cada muchos metros en el túnel. Ambos
parecían discutir acaloradamente por un cartón de vino y a escasos metros de
donde se encontraba Paula comenzaron los empujones y golpes. El más grande de
ellos le propinó un puñetazo que tumbó al otro y gloriosamente alzó su trofeo
mientras de un trago se bebía casi la mitad del contenido deL cartón de vino.
El más pequeño enfurecido sacó un cuchillo de la espalda y se lo clavó
repetidamente en el cuello a su rival, realmente se ensañé con su cadáver y a pesar
de la poca Luz Paula pudo ver con claridad como tenía toda la cara manchada de
sangre. Recogió el poco vino que quedaba y se lo tomó de un trago.
Paula estaba temblando del miedo, no se atrevía ni a respirar y desde luego mucho
menos a moverse, si estaba lo suficientemente quieta taL vez eL vagabundo asesino
se iría de allí sin verla. Pero la casualidad no se quiso aliar con ella yjusto cuando eL
asesino se daba la vuelta para marcharse del lugar la batería de suteLéfono la
deLaté. Un incesante pitido advirtiendo que la carga estaba a punto de agotarse
comenzó a sonar y el vagabundo se giró de inmediato.

¿Hay alguien ahí? Puedo escucharte, ¡SaL inmediatamente o te rajo!
La pobre chica se quedó petrificada y no sabía como actuar mientras el asesino se
acercaba a ella. Por instinto decidió tirarle el teléfono con tan mala puntería que
este pasó por encima del vagabundo y golpeó La pared del fondo. Él, que todavía no
había visto a La chica, escuchó un ruido a sus espalda y se giró, momento que
aprovechó Paula para salir de la oscuridad y empujarle a la vez que salía corriendo,
El vagabundo enfureció de tal manera que no dejaba de gritar e insultar a Paula, se
levantó y comenzó a perseguirla por los túneles. Ella no era una buena deportista
pero el miedo se apoderó de sus piernas y le dio fuerza para correr dejando atrás
los zapatos de medio tacón que llevaba aquella noche, sus pies se ensangrentaron
mientras corría sobre la gravilla y guijarros del suelo de túnel. Sin embargo el miedo
era másfuerte que el dolor y no se detuvo a pesar de que en varias ocasiones estuvo
a punto de caerse al tropezar por culpa de la casi total oscuridad de su ruta de
h u íd a.
Al llegar a la estación Paula ya había logrado sacar unos cuantos metros a su
perseguidor y subió al andén para adentrarse en los pasillos que la llevaban a la
salida del Metro. A sus piernas empezaban a fallarle las fuerzas pero no se podía
parar a descansar así que casi extenuada subió el último tramo de escaleras.
Lo que vio allí La helé la sangre, la estación estaba al igual que la anterior cerrada y
no parecía haber nadie, comenzó a gritar desesperada, a gesticular a las cámaras y
golpear las puertas. Pero su perseguidor que conocía a la perfección los horarios y
hábitos de los trabajadores del metro ya había subido la escalera y la había cortado
toda posible ruta de escape.
El asesino se abalanzó sobre ella y tras inmovilizarla la violó y sometió
durante más de una hora. Cuando había saciado todos sus apetitos sexuales sacó
de nuevo el oxidado y ensangrentado cuchillo con el que había matado al otro
vagabundo y se Lo hundió repetidamente en el pecho hasta que Paula dejó de
patalear y murió con una horrible expresión de terror en su rostro.
A[ día siguiente los trabajadores se encontraron con un surco de sangre que se
perdía en la profundidad del túnel, asustados deciden revisar las cintas de vídeo
que grabaron esa noche y pudieron observar la desgarradora escena de la violación
y asesinato y como el vagabundo arrastraba el cuerpo de Paula dejándolo caer
escaleras abajo para de nuevo arrastrarlo hasta la oscuridad de las vías deL tren.
La policía localizó los dos cuerpos pero no encontraron ni rastro del asesino, del
cual se dice que todavía utiliza los túneles del subterráneo para esconderse de
noche.

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